Recomendaciones

Mentalizarnos de que vamos a empezar un régimen (y esta vez, será el  definitivo)
Es por esto, que la introducción de los alimentos se realice por fases que duran, determinado tiempo -dependiendo de los kilos que nos sobren- y... si empezamos a salirnos del régimen (readaptándolo como nos plazca), o a pecar con algunos alimentos que no entrarán a formar parte de nuestra dieta, a partir de ciertas fases, lo que estaremos consiguiendo es darle eso que reclama, mucho más pronto de lo que toca y... nuestro organismo, por culpa de tanta restricción/¿recompensa? no es por nada pero... acabaría majara, por no saber si está a régimen, de paseo, de crucero y, ante la duda, almacenaría todo, tanto en el cuerpo como en su memoria. Por lo tanto, en el momento que esto ocurra, será como empezar... ¡de cero! Y claro, empezar tantas veces ésta u otras dietas, al final, ya se sabe... nuestro cuerpo se convierte en un yo-yo ¡sin control! y pudiéramos llegar a encontrarnos con una serie de problemas, lamentablemente, no muy satisfactorios para nuestra salud (y es aquí, donde os remitiría a la página 133 del libro)
Hay que comer siempre que se tenga hambre, antes de que haga su aparición, la tan temida... ¡tentación! No hace falta repetir que, convenientemente (por no imponer obligación alguna porque cada uno/a, sabrá lo que quiere), sean alimentos permitidos y de vez en cuando, pueda incluirse alguno tolerado (máximo al día, ¡dos!)...
No saltarse ni una sola comida de las cinco diarias recomedadas -aunque pueden ser más, dejando tiempo ¡para la digestión!- porque, en caso contrario, nuestro organismo acabará almacenando las reservas de los alimentos que esporádicamente ingerimos, temiendo no recibir lo que necesita, a su debido tiempo... Es mejor darle ritmo al cuerpo a base de "yo como/él quema" porque, indudablemente, si no recibe el aporte energético suficiente, llegará el cansancio, la apatía, la monotonía y el descontento... Así que, ¡a comer se ha dicho!

Asegurarnos ¡siempre! de tener nuestra despensa y frigorífico, ¡al día! Y no me refiero al tema de la fecha de caducidad sino a que no nos tiene que faltar ¡de nada! de lo que podemos y, debemos comer, durante la dieta. Recordemos que el salvado de avena es... ¡imprescindible!
Por supuesto, beber tus dos litros de agua diarios y si en ellos, incluyes infusiones de Té Verde y algo tan fácil como añadir dos cucharaditas de vinagre de sidra de manzana en un vaso de agua que, endulzarás con aspartamo, antes de las comidas... nos hará no encontrarnos con el temido estancamiento.

En cuanto al Té Verde -si no te pone nerviosilla-, intenta tomarlo -más veces- durante el día. Yo pongo a hervir las hierbecicas , las cuelo, añado a un litro de agua con aspartamo y unas gotitas de limón y... se bebe más fácil, además, sin darte cuenta  ya tienes un litro. 
El vinagre de sidra por sus propiedades, es muy, muy recomendable aunque bien es cierto que en el libro no se le dedique ningún apartado...



El hígado, el mejor guardián de tu salud


El consumo de agua mineral es muy importante, dado que este líquido limpiará nuestro hígado, así como también lo hará con nuestros riñones. Pero trata de no ingerirlos en grandes cantidades durante las comidas para evitar que los ácidos del estómago se diluyan y no cumplan su función en la digestión.
Consume alimentos frescos y libres de preservantes; asimismo, evita las carnes que vengan en conservas y disminuye el azúcar, pues el hígado la transforma en grasa y en colesterol.
Recuerda que la alimentación siempre se debe dar en un clima de tranquilidad y calma, así que evita momentos tensos durante tus comidas; además, mastica bien los alimentos para lograr un debido proceso de digestión.
Los alimentos amargos como el tallo de brócoli, el diente de león, la lechuga romana,  las hojas verdes de mostaza, ayudan a purificar el hígado. El consumo de cafeína no debe exceder de más de dos o tres tazas por día; recuerda que la cafeína también la contienen otros productos, como sodas y el té procesado. Es preferible consumir el té verde. Realizar comidas pequeñas reducirá el trabajo de tu hígado, en especial antes de dormir.

Acostúmbrate a consumir las proteínas de fuentes diversas y no sólo de carnes. 

Las grasas generan un enorme daño a nuestro hígado, por ello hay que evitarlas. Evita el estreñimiento comiendo vegetales en (PV) y bebe de 8 a 12 vasos de agua durante el día.
Finalmente recuerda que así como cuidamos nuestra belleza exterior, debemos dispensar los cuidados necesarios a este órgano vital, que tiene a su cargo la responsabilidad de llevar a cabo más de 500 funciones distintas dentro de nuestro organismo.

Cosas que podemos tomar para ayudar en su correcto funcionamiento


Diente de León:
Utilizados para las molestias del hígado y bilis durante siglos, para purificar la sangre y para la congestión del hígado. Es también un adecuado depurativo de la sangre. Se le reconocen propiedades contra los altos niveles de colesterol, la ictericia, el estreñimiento y la obesidad.




Cardo de Santa María: 
Es especialmente popular para tratar con gran eficacia padecimientos del hígado, el cual es un órgano que se encuentra bañado en sangre. La sangre hepática contiene gran cantidad de sustancias tóxicas y nocivas El cardo mariano es un gran auxiliar para el hígado, ayudando a depurar y proteger al hígado.
Una de las propiedades de esta planta es que promueve el incremento de una sustancia conocida como “glutatión”, que desintoxica a las células vivas en el hígado estómago e intestinos, además, el cardo mariano protege las membranas exteriores de las células vivas, fortaleciéndolas para que las sustancias tóxicas no ingresen en ellas.






Alcachofa:
La alcachofa es un tónico con funciones protectoras y restauradoras del hígado. También se urtiliza como purificadora de la sangre. Reduce el nivel de colesterol y disminuye la presión aterial.




Información sacada de Internet